sábado, 6 de junio de 2009

Alberto Zúñiga (Taxista)
EL AGUA QUE SOÑABA SER ACEITE.
El agua soñaba porque el aceite está mas alto.
Soñaba porque el aceite se cotiza más.
Soñaba porque el aceite tiene un color más bonito.
Soñaba porque el aceite era más VIP.
Soñaba porque el aceite sale más en la tele.
Querida agua: no sueñes con ser aceite. NO merece la pena. El aceite está más alto, porque se sube encima de tí. Y cuanta más agua se asocie con él, más alto llegará. Sólo te necesita para eso.
El aceite siempre te mirará por encima del hombro; y jamás se mezclará contigo.
El aceite tiene un bonito color, pero sólo hasta que se calienta, lo que sucede con mucha frecuencia.
O bien se combina con otros aceites: aceites corruptos o corrompidos; aceites fanáticos (que los hay) aceites venenosos de colza (sin conciencia); aceites de prestige (incompetentes); aceites pederastas, que producen mucho humo; aceites financieros (muy corrosivos); aceites marca despidolibre (oportunistas). Además, agua, todos los deshechos y porquerías varias, como pesan más, te las pasarán a tí. Eso será lo único que saques de esa sociedad.
Mi buen consejo, estimadísima agua, es que dejes de soñar y seas tú misma. Sin tí el aceite es apenas nada.
Eres libre. Basta con que no le votes.
Lo decía con frecuencia mi padre, y hace poco lo recordaba un nombrado alcalde de la provincia de Madrid: El colmo de la incongruencia (él usaba otro vocablo) es un obrero de derechas; o, como reza el escrito, un agua queriendo ser aceite.

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